Toma la pastilla roja!!!

BIENVENIDO Y TOMA LA PASTILLA ROJA "...Eres un esclavo, Neo/ Igual que los demás, naciste en cautiverio/ naciste en una prisión que no puedes ni oler ni saborear ni tocar/ Una prisión para tu mente/ Por desgracia no se puede explicar lo que es Matrix/ Has de verla con tus propios ojos/ Esta es tu última oportunidad/ Después, ya no podrás echarte atrás/ Si tomas la pastilla azul fin de la historia (La historia acabará)/ Despertarás en tu cama y creerás/ lo que quieras creerte/ Si tomas la roja, te quedas/ en el País de las Maravillas/ y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos/ Recuerda/ lo único que te ofrezco es la verdad/ Nada más..."

lunes, 26 de noviembre de 2012

Verdades sobre la glándula pineal


No se trata de un órgano muerto, según las viejas suposiciones. Es la glándula de la vida mental.
Despierta en el organismo del hombre, en la pubertad, las fuerzas creadoras y enseguida, continúa funcionando, como el más avanzado laboratorio de elementos psíquicos de la criatura humana.
El neurólogo común, no la conoce bien. El psiquiatra, descubrirá más tarde sus secretos. Los psicólogos vulgares la ignoran. Freud interpretó su desvío cuando observó la influencia de la libido en el estudio de la indisciplina congénita de la Humanidad. Mientras se encuentra en el período del desenvolvimiento infantil, fase de reajuste de ese importante centro del cuerpo periespiritual preexistente, la epífisis parece constituir el freno a las manifestaciones del sexo; pero es necesario rectificar las observaciones.
A los catorce años, aproximadamente, de posición estacionaria en cuanto a sus atribuciones esenciales, comienza a funcionar de nuevo en el hombre reencarnado. Lo que representaba control, es fuente creadora y válvula de escape. La glándula pineal se reajusta al concierto orgánico y reabre mundos maravillosos de sensaciones en impresiones en la esfera emocional. La persona se entrega a la recapitulación de la sexualidad y examina el inventario de sus pasiones vividas en otra época, que reaparecen bajo fuertes impulsos. Ella preside los fenómenos nerviosos de la emotividad, como órgano de elevada expresión en el cuerpo etéreo. Desata, de cierto modo, los lazos divinos de la Naturaleza, los cuales ligan las existencias unas a otras, en la secuencia de luchas para alcanzar el perfeccionamiento del alma, y deja entrever la grandeza de las facultades creadoras con las que el ser humano se halla investido. Segregando delicadas energías psíquicas la glándula pineal conserva ascendencia en todo el sistema endocrino.
Ligada a la mente a través de principios electromagnéticos del campo vital, que la ciencia común no puede aún identificar, comanda las fuerzas subconscientes bajo la determinación directa de la voluntad. Las redes nerviosas constituyen sus hilos telegráficos para dar órdenes inmediatas a todos los departamentos celulares, y bajo su dirección se efectúan  los suministros de energías psíquicas a todos los almacenes autónomos de los órganos. Como manantial creador de los más importantes, sus atribuciones son extensas y fundamentales. En calidad de controladora del mundo emotivo, su posición en la experiencia sexual es básica y absoluta.
De modo general, todos nosotros, ahora o en el pretérito, hemos viciado ese foco sagrado de fuerzas creadoras, transformándolo en un imán relajado, entre las sensaciones inferiores de naturaleza animal. ¿Cuántas existencias hemos empleado en la canalización de nuestras posibilidades espirituales, hacia los más bajos campos del placer materialista? Lamentablemente divorciados de la ley del uso, abrazamos los desarreglos emocionales, y de ahí procede nuestro multimilenario vicio de las energías creadoras, cargándonos de compromisos morales, para con todos aquellos a quien herimos con nuestros desvaríos e irreflexiones. Del lamentable menosprecio a ese potencial sagrado, se suceden los dolorosos fenómenos de la herencia fisiológica, que debería constituir, invariablemente, un cuadro de adquisiciones benditas y puras. La perversión de nuestro plano mental consciente, determina, en cualquier sentido de la evolución, la perversión de nuestro psiquismo inconsciente, encargado de la ejecución de los deseos y ordenaciones más íntimas, en la esfera de las operaciones automáticas. La voluntad desequilibrada desorganiza el foco de nuestras posibilidades creadoras. De ahí procede la necesidad de reglas morales, para quien, de hecho, se interese por las adquisiciones eternas en los dominios del Espíritu. Renuncia, abnegación, continencia sexual y disciplina emotiva, no constituyen simples preceptos de carácter religioso. Son providencias de tenor científico, para enriquecimiento efectivo de la personalidad. Nunca podremos huir de la ley, cuyos artículos y párrafos del Supremo Legislador, abarcan el Universo. Nadie engañará a la Naturaleza.
Centros vitales desequilibrados obligarán al alma a permanecer en situaciones de desequilibrio. De nada adelanta alcanzar la muerte física, exhibiendo gestos y palabras convencionales, si el hombre no se preocupó por lograr su propio perfeccionamiento. La Justicia que rige la Vida Eterna, jamás se inclinó. Es cierto que los sentimientos profundos del extremo instante del Espíritu encarnado, cooperan decisivamente en las actividades de regeneración más allá del sepulcro, pero no constituyen la necesaria realización
Segregando “unidades de fuerza”, puede ser comparada a un poderoso generador que debe ser aprovechado y controlado, en el servicio de iluminación, refinamiento y beneficio de la personalidad y no relajarla por el gasto excesivo del suplemento psíquico en las emociones de baja clase. Refocilarse en el charco de las sensaciones inferiores, a la manera de los cerdos, es retenerla en las corrientes tóxicas de los desvaríos de naturaleza animal y en el gasto excesivo de energías sutiles, muy difícilmente el hombre consigue emerger de la terrible zambullida en las sombras, inmersión que se prolonga más allá de la muerte corporal.
En vista de eso, es indispensable cuidar atentamente de la economía de las fuerzas, en todo servicio honesto de desenvolvimiento de las facultades superiores. Los materialistas de la razón pura, señores de vastos patrimonios intelectuales, percibieron superficial mente semejantes realidades y, con intención de preservar la juventud, la plástica y la eugenesia, fomentaron la práctica del deporte en todas sus modalidades. Contra los peligros posibles, en la excesiva acumulación de fuerzas nerviosas, como son llamadas las secreciones eléctricas de la epífisis, aconsejaron a los jóvenes de todos los países el uso del remo, de la pelota, del salto, de la barra, de las carreras a pie. De ese modo se preservaban los valores orgánicos, legítimos y normales, para las funciones de la herencia. Esa medida, si bien satisface en parte, es, indudablemente, incompleta y defectuosa.
Incuestionablemente, la gimnasia y el ejercicio controlados, son factores valiosos de la salud;  la competencia deportiva honesta, es precioso fundamento de socialización; no obstante, pueden circunscribirse a meras providencias, en beneficio de los huesos, y a veces, degeneran en resorte de pasiones indignas. Son muy raros aún, en la Tierra, los que reconocen la necesidad de la preservación de las energías psíquicas, para el engrandecimiento del Espíritu eterno.